Trastorno Límite de la Personalidad II: los síntomas.

Ya sabemos que el TLP tiene un gran impacto sobre la manera en que uno piensa y siente acerca de si mismo y de los demás, lo que causa problemas para que las personas que lo padecen encajen con normalidad en la vida cotidiana. También que muestra patrones de relaciones inestables intensas, una distorsión de la propia imagen, emociones extremas e impulsividad.⁠

Dentro de lo que podemos llamar síntomas, en relación al TLP podemos resaltar los siguientes:⁠

➊ Un miedo intenso de abandono, incluso llegando a tomar a medidas extremas para evitar una separación o un rechazo que puede ser real o imaginario, como por ejemplo amenazas/conductas suicidas o autolesiones.⁠

➋ Un patrón de relaciones intensas inestables, muy polarizadas, que pasan por idealizar a una persona por un momento para inmediatamente después davaluarla.⁠

➌ Cambios bruscos en la identidad e imagen propias que incluyen una variación drástica de metas y valores vitales, o el verse a sí mismo como una mala persona, incluso como si no se existiera.⁠

➍ Episodios de tipo psicótico relacionados con el estrés, la ansiedad y la sensación de pérdida de contacto con la realidad, que pueden durar desde algunos minutos hasta algunas horas.⁠

➎ Comportamiento impulsivo y que pone en riesgo la integridad física o psíquica, como adicciones diversas, conducción imprudente, sexo inseguro, compras compulsivas, atracones de comida/bebida, o sabotaje del propio éxito al abandonar inesperadamente un buen trabajo o terminar una relación de pareja válida.⁠

➏ Grandes cambios de humor que pueden durar desde algunas horas hasta algunos días, que pueden incluir felicidad intensa, irritabilidad, vergüenza o ansiedad.⁠

➐ Sentimiento constante de vacío.⁠

➑ Rabia intensa, incontrolada o dificultades para controlarla.⁠

 


Para terminar os hablaré de la psicoterapia como factor clave en la recuperación del TLP, un trastorno que con la edad va adquiriendo un mejor pronostico y que si se trabaja bien puede controlarse de tal manera que las personas que lo padecen lleguen a vivir una vida totalmente plena.⁠
En concreto, me gustaría mencionar la terapia dialéctico conductual (TDC), desarrollada por Marsha Linehan para tratar específicamente los síntomas característicos del trastorno límite de la personalidad: inestabilidad afectiva, trastorno de identidad, impulsividad y dificultades en las relaciones sociales. ⁠

La TDC pertenece a la llamada TERCERA GENERACIÓN DE TERAPIAS PSICOLÓGICAS que, haciendo énfasis en el contexto y la función, incorporan a los planteamientos conductuales y cognitivos clásicos conceptos como la atención plena, los valores, o la aceptación. ⁠El tratamiento consiste en un paquete que incluye procedimientos de exposición, moldeamiento, activación conductual, rol playing, instrucciones y autoinstrucciones, visualización, asertividad, autoestima y habilidades sociales. Se trabaja fundamentalmente validando la experiencia emocional del paciente, con una perspectiva no enjuiciadora.⁠

Desde la perspectiva de la TDC la disfunción principal de los pacientes límite es la incapacidad para regular el afecto (ya que lo viven todo con demasiada intensidad), incapacidad de la que se derivan la mayor parte de los síntomas característicos del TLP. ⁠
En concreto, la TDC actúa sobre cuatro grupos sintomáticos habitualmente presentes en estos pacientes: ⁠

▶︎ Confusión acerca del yo ⁠
► Impulsividad⁠
▶︎ Caos interpersonal ⁠
▶︎ Inestabilidad emocional⁠

El objetivo es ayudar a la persona a poner en marcha conductas funcionales y adaptadas, incluso cuando está experimentando emociones muy intensas. ⁠
⁠No es un tratamiento corto, como el que se aplica desde las terapias de tercera generación a otras situaciones más frecuentes y concretas de ansiedad o depresión.⁠
La TDC tiene al menos dos años de duración y se entiende que finaliza cuando el paciente es capaz de construir "una vida que merezca la pena vivir".⁠

Cuesta, es duro, áspero y tiene fluctuaciones, pero la terapia funciona y merece la pena que lo intentes porque se trata de ti, ¡de tu vida!⁠

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