TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL
Con la llegada del verano, todos y todas nos encontramos saliendo más, disfrutando del sol, la playa y las actividades al aire libre. Es una época en la que nos exponemos más y, para muchas personas, esto puede ser una fuente de conflicto y ansiedad debido a la preocupación por su apariencia física. El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) es una condición que amplifica estas preocupaciones, afectando profundamente la vida de quienes lo padecen.
Yo misma no estoy exenta de esta condición. En mi adolescencia, me obsesioné con el tamaño de mi nariz. Cada vez que me miraba en el espejo, solo podía ver lo desproporcionada que creía que era. Esto afectó a mi autoestima y a mis relaciones sociales, ya que evitaba sistemáticamente situaciones en las que pensaba que otros también notarían mi "defecto" y me juzgarían por él.
Un día, durante una conversación con mi amiga Mónica, ella me dijo algo que cambió mi perspectiva de forma radical. Me dijo: "Tienes la nariz perfecta para tu cara, que es preciosa". Sus palabras, dichas con sinceridad y cariño, me ayudaron a ver mi nariz de una manera diferente. Fue un momento insignificante y pequeño, pero al mismo tiempo gigante y revelador para mi. Esta pequeña acción me permitió comenzar a aceptar y apreciar mi apariencia, y a reducir el impacto negativo que mis preocupaciones sobre ella tenían en mi vida. Tengo muchas cosas que agradecer a mi gran amiga del alma, y esta, es una de ellas.
En este post, quiero invitarte a que exploremos juntas, juntos, qué es el Trastorno Dismórfico Corporal, compartiré datos demográficos sobre su prevalencia y el impacto significativo que tiene en la vida de las personas, cuáles podrían ser sus orígenes y cómo se desarrolla desde un enfoque conductual y contextual. Para finalizar, también quiero aportar algunas soluciones que nos acerquen cómo esta condición puede tratarse eficazmente.
Espero que este artículo no solo informe, sino que también brinde esperanza a quienes luchan con su autoimagen, especialmente en estos meses de verano donde la exposición social aumenta. Recuerda: nuestra percepción de nosotrxs mismxs puede cambiar radicalmente con el apoyo adecuado y las herramientas terapéuticas correctas.
QUÉ ES EL TRASTORNO DISMÓRFICO CORPORAL (TDC)
El Trastorno Dismórfico Corporal (TDC) se incluye en el grupo de trastornos de ansiedad y está estrechamente relacionado con la obsesión por la apariencia física. Aunque todos y todas en algún momento podemos sentir preocupación por nuestro aspecto, en el TDC esta preocupación se convierte en una obsesión debilitante que puede afectar gravemente la calidad de vida de la persona.
Las personas con TDC pueden centrarse en cualquier parte del cuerpo, pero a menudo se enfocan en la piel, el cabello, la nariz o cualquier otra característica que consideren defectuosa. Estos pensamientos obsesivos pueden llevar a conductas compulsivas, como mirarse constantemente en el espejo, compararse con los demás o buscar procedimientos médicos y estéticos innecesarios.
Vamos a afinar un poco más: la Organización Mundial de la Salud (OMS) define el Trastorno Dismórfico Corporal como una preocupación obsesiva con uno o más defectos percibidos en la apariencia física que no son observables o parecen insignificantes para los demás. Esta preocupación excesiva suele ir acompañada de conductas repetitivas (como mirarse al espejo, arreglarse excesivamente y actos mentales (compararse con otros) que son difíciles de manejar y causan un deterioro significativo en áreas importantes de la vida de la persona).
Por otro lado, el Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, quinta edición (DSM-5), publicado por la Asociación Americana de Psiquiatría, proporciona criterios específicos para el diagnóstico del TDC. Estos criterios son:
Preocupación por uno o más defectos o imperfecciones percibidas en la apariencia física que no son observables o parecen insignificantes para los demás.
En algún momento durante el curso del trastorno, el individuo ha realizado comportamientos repetitivos (por ejemplo, mirarse al espejo, arreglarse excesivamente, pellizcarse la piel, actos mentales como por ejemplo, comparar su apariencia con la de los demás) en respuesta a la preocupación por la apariencia.
La preocupación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en áreas importantes del funcionamiento, como lo social, laboral u otras áreas.
La preocupación por la apariencia no se explica mejor por los criterios diagnósticos de un trastorno de la conducta alimentaria.
PREVALENCIA Y DATOS DEMOGRÁFICOS
El TDC es un trastorno relativamente común que afecta a aproximadamente el 2.4% de la población mundial. Sin embargo, la prevalencia puede variar según la región y el grupo demográfico.
A Nivel Mundial: Según estudios globales, la prevalencia del TDC se estima en alrededor del 1.7% al 2.4% de la población general. Este trastorno afecta a hombres y mujeres por igual, aunque algunas investigaciones sugieren que ciertos subgrupos (como los adolescentes y jóvenes adultos) pueden estar en mayor riesgo.
En la Unión Europea: En Europa, la prevalencia del TDC es similar a la observada a nivel mundial. Un estudio multicéntrico realizado en varios países europeos encontró una prevalencia del 1.9% en la población general.
En España: En España, el Instituto Nacional de Estadística (INE) no proporciona datos específicos sobre la prevalencia del TDC en sus informes regulares de salud mental. Sin embargo, estudios específicos realizados en nuestro país sugieren que la prevalencia del TDC podría ser similar a la observada en otros países europeos, con estimaciones que oscilan entre el 1.8% y el 2.5%.
POSIBLES CAUSAS / ORIGEN DEL TDC
Desde el marco del análisis funcional de la conducta humana, el desarrollo del TDC puede entenderse como un proceso de aprendizaje complejo, influenciado por factores biológicos, psicológicos y sociales. A continuación te describo una serie de factores que podrían aumentar la probabilidad de que algunas personas desarrollen un TDC aprendiendo dentro de sus contextos inmediatos y mediante sus propias experiencias vitales a verse de forma distorsionada:
Condicionamiento Clásico y Operante: Las experiencias tempranas y repetidas de crítica o comentarios negativos sobre la apariencia pueden actuar como estímulos condicionados que generan una respuesta emocional negativa (ansiedad, vergüenza). Con el tiempo, las personas pueden aprender a asociar estos sentimientos negativos con ciertos aspectos de su apariencia, lo que fortalece la preocupación por estos defectos percibidos. Además, las conductas de evitación (evitar mirarse en el espejo, evitar situaciones sociales) pueden ser reforzadas negativamente, ya que reducen temporalmente la ansiedad.
Modelado y Observación: Los individuos también aprenden observando a otros. Si los padres, amigos o los medios de comunicación enfatizan la importancia de la apariencia física y critican los defectos percibidos, las personas pueden internalizar estos valores y desarrollar una autoimagen negativa. Aquí me gustaría compartir un dato importante para que veáis a qué presión estamos sometidas las mujeres en este sentido. Se estima que una mujer europea recibe de unos 400 a 600 mensajes publicitarios diarios sobre el aspecto corporal de las mujeres (vamos, todo el puto día) y 1 de cada 11 de estos mensajes contiene información explícita y directa sobre cómo debería ser la belleza femenina. Se calcula que a los 70 años, una mujer europea estándar habrá recibido millones de estos mensajes.
Refuerzos Sociales: La búsqueda de aprobación y validación externa puede reforzar las preocupaciones sobre la apariencia. Por ejemplo, recibir cumplidos o comentarios positivos solo después de cambiar algo en su apariencia puede fortalecer la creencia de que su valor depende de cómo se ven.
Cogniciones Disfuncionales: Las distorsiones cognitivas, como la sobregeneralización ("si una persona me rechaza por mi apariencia, todos lo harán") y la magnificación ("mi nariz es tan grande que todos se dan cuenta"), pueden mantener y exacerbar las preocupaciones sobre la apariencia.
Factores psicológicos, como la baja autoestima, la perfeccionismo y la tendencia a la rumiación también pueden contribuir al desarrollo del TDC. Las experiencias traumáticas o el acoso relacionado con la apariencia física en la infancia o adolescencia pueden aumentar el riesgo de desarrollar el trastorno. La influencia de los medios de comunicación y la presión social para cumplir con ciertos estándares de belleza también pueden desempeñar un papel en la exacerbación de la preocupación por la apariencia.
CÓMO AFECTA EL TDC AL DÍA A DÍA DE UNA PERSONA
El TDC tiene un impacto significativo en la vida de muchas personas, afectando su funcionamiento diario, relaciones interpersonales y bienestar emocional. Las personas con TDC a menudo experimentan ansiedad, depresión y baja autoestima, y tienen un riesgo elevado de desarrollar otros trastornos, como el trastorno obsesivo-compulsivo (TOC) o trastornos de la conducta alimentaria. Además, pueden incurrir en elevados costos financieros y de salud debido a la búsqueda de intervenciones médicas y cosméticas innecesarias.
VAMOS A VER un ejemplo real DESDE EL Análisis Funcional de la Conducta
Para ilustrar el TDC desde un análisis funcional de la conducta, vamos a considerar el caso de Patricia, una mujer de 25 años que llegó a consulta con signos claros de TDC. Patricia tenía una preocupación persistente con la forma y el tamaño de su nariz (ay las narices, qué tendrán!), creyendo que era desproporcionada y poco atractiva. También se mostraba muy a disgusto con la forma y aspecto de sus piernas en general (muslos en concreto). Estas preocupaciones la llevaron a evitar eventos sociales y a buscar constantemente la aprobación de los demás sobre su apariencia. Pasaba horas frente al espejo repasando sus “defectos” y tratando de ocultarlos con ropa y maquillaje. Utilizaba sin cesar productos supuestamente reductores de grasa y celulitis y tenía en mente someterse a intervenciones quirúrgicas que eliminaran totalmente las características físicas que tanto la angustiaban.
En términos de análisis funcional, la conducta de Patricia (evitar eventos sociales y buscar aprobación) estaba mantenida por refuerzos negativos (reducción de la ansiedad) y positivos (aprobación social). La evitación de situaciones que provocaban ansiedad y la búsqueda de confirmación, eran estrategias de afrontamiento que, aunque proporcionaban alivio temporal en el corto plazo, mantenían y exacerbaban su preocupación a largo plazo y las conductas asociadas.
¿CÓMO LO ABORDAMOS?
Intervención Terapéutica: DBT y ACT
Patricia inició terapia conmigo el año pasado, y nos basamos en la Terapia Dialéctico Conductual (DBT) y la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT) para realizar la intervención. A continuación, se detallan las técnicas utilizadas y la duración del tratamiento:
Terapia Dialéctico Conductual (DBT)
DBT se centra en enseñar habilidades para manejar las emociones intensas y mejorar las relaciones interpersonales. En el caso de Particia, se implementaron las siguientes técnicas a lo largo de 12 sesiones:
▶︎ Habilidades de Regulación Emocional: Laura aprendió a identificar y etiquetar sus emociones, reducir la vulnerabilidad emocional y aumentar las experiencias emocionales positivas. Por ejemplo, se utilizó la técnica de "opuesto a la emoción" para enfrentar situaciones sociales en lugar de evitarlas.
▶︎ Habilidades de Tolerancia al Malestar: Se enseñaron técnicas de distracción, relajación y atención al momento presente para ayudar a Patricia a manejar la ansiedad cuando surgía la preocupación por su apariencia.
▶︎ Habilidades de Efectividad Interpersonal: La consultante aprendió a mejorar sus habilidades de comunicación y a desarrollar relaciones más saludables y equilibradas. Se trabajó en la asertividad y en la capacidad de pedir lo que necesitaba sin recurrir a la búsqueda constante de aprobación.
Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT)
ACT se centra en aceptar pensamientos y sentimientos difíciles mientras se compromete con acciones alineadas con los valores personales. En el caso de Laura, el tratamiento se llevó a cabo durante 12 sesiones adicionales, integrando las siguientes técnicas:
▶︎ Aceptación: Patricia trabajó en aceptar sus pensamientos y sentimientos negativos sobre su apariencia sin luchar contra ellos. Se utilizaron múltiples técnicas de defusión cognitiva para ayudarla a observar sus pensamientos como eventos mentales y no como verdades absolutas.
▶︎ Contacto con el Momento Presente: A través de ejercicios de mindfulness, la consultante aprendió a estar presente en el aquí y ahora, reduciendo la rumiación sobre su apariencia.
▶︎ Exposición al propio cuerpo: Mediante algunos ejercicios simples, promovimos la aceptación de Patricia por su cuerpo exponiéndola gradual y lentamente a situaciones en las que tuviera que mostrar u observar su cuerpo sin intentos de ocultarlo, modificarlo o retocarlo, para que así pudiera observar que las consecuencias negativas que pronosticaba a largo plazo, nunca se llegaban a cumplir. Además, mediante la exposición a la ansiedad e inseguridad que estas acciones le generaban, pudo entrar en contacto con contextos en los que poner a prueba todas las técnicas y habilidades adquiridas, mejorando así su percepción de autoeficacia (yo puedo).
▶︎ Clarificación de Valores y Acciones Comprometidas: Patricia identificó y clarificó sus valores personales, tales como la honestidad, la creatividad, la amabilidad y la salud. Esto la ayudó a enfocar su energía, ahora que no la estaba empleando en preocuparse por su apariencia, en acciones significativas. Se comprometió a realizar acciones alineadas con sus valores, independientemente de sus preocupaciones sobre su nariz, muslos o cualquier otro aspecto de su físico. Esto incluyó participar en actividades sociales y creativas que había estado evitando hasta la fecha.
Resultados del Tratamiento
A las pocas semanas, Patricia experimentó una reducción significativa en sus síntomas de TDC. Comenzó a participar en eventos sociales sin evitar situaciones y dejó de buscar constantemente la aprobación de los demás, enfocándose en actividades que le proporcionaban un sentido de propósito y satisfacción. En la recta final, su autoestima y capacidad para comunicarse asertivamente mejoró significativamente y logró establecer relaciones más saludables y plenas con su entorno más cercano.
LA VERDADERA BELLEZA DE UN CUERPO
Es fundamental recordar que un cuerpo sano y funcional es lo más importante, independientemente de su estética. La belleza es un constructo totalmente subjetivo y siempre reside en quien observa, no en quien es observado u observada. Lo esencial es honrar nuestro cuerpo cuidándolo con una vida sana, una alimentación adecuada y ejercicio físico. Este es el auténtico culto al cuerpo: valorar y respetar nuestro organismo por su capacidad de mantenernos vivos y activas, más allá de cualquier estándar superficial de belleza. Aprendamos a apreciar nuestras fortalezas y a vivir en armonía con nuestra apariencia, entendiendo que la verdadera belleza viene de la salud y el bienestar integral.
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Referencias Bibliográficas CONSULTADAS PARA ESTE POST
Phillips, K. A. (2005). The Broken Mirror: Understanding and Treating Body Dysmorphic Disorder. Oxford University Press.
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.). Arlington, VA: American Psychiatric Publishing.
Veale, D., & Neziroglu, F. (2010). Body Dysmorphic Disorder: A Treatment Manual. Wiley-Blackwell.
National Institute of Mental Health (NIMH). (2020). Body Dysmorphic Disorder.
Martha Giraldo-O’Meara y Amparo Belloch (1017). El trastorno dismórfico corporal: Un problema infra-diagnosticado. Revista de Psicopatología y Psicología Clínica, 22, 69-84, 2017.