LA VIDA A PARTIR DE LOS 50: CÓMO NOS AFECTA HACERNOS MAYORES?

El proceso de envejecimiento es una parte natural de la vida humana, pero ¿cómo nos afecta realmente a medida que llegamos a la etapa de los 50 y más allá? En este post quiero repasar contigo los aspectos físicos, psicológicos y sociales del envejecimiento, así como las estrategias para vivir una vida plena y satisfactoria a medida que nos hacemos mayores.

 

LA VERDAD ES QUE HOY CUMPLO 51 AÑOS. Y ME ESTÁN PASANDO COSAS.

Pues sí, como siempre digo: una vuelta más al sol. Y me estoy encontrando cosas curiosas o al menos inesperadas en mi viaje por la vida. Este es el motivo principal que me ha inspirado a sentarme frente al teclado y escribir este post, pero no voy a hablar de mi en modo ombligo del mundo porque estoy segura de que estas cosas que me están pasando, también te están afectando a ti o tal vez ya empieces a preocuparte por eso de la edad y lo que supone ir arrancando hojas del calendario.

Cuando era una niña, mi único y gran deseo era crecer. En mi memoria atesoro recuerdos de mi misma, en la cama dispuesta a dormir, utilizando mi imaginación para verme como adulta, como una persona mayor que había conseguido un montón de cosas. Cuando pensaba en 2023 y que en ese año cumpliría 50, me veía a mi misma como una señora mayor, vieja y la verdad es que… nada más lejos.

Sí, he envejecido. Peino canas, tengo arrugas y sufro de algunos achaques, aunque esa imagen que tenía de cómo sería a esta edad se parece a la realidad en lo que un huevo a una castaña (afortunadamente!). Peeeero, han ido ocurriendo otras cosas del todo inesperadas o simplemente inimaginables para esa niña pequeña que te relataré más adelante, porque antes quiero hablarte desde una perspectiva más global del concepto de envejecimiento, sus diferentes aspectos y qué estrategias tenemos disponibles para fomentar el bienestar integral a medida que envejecemos. Finalmente también haré mención de la invisibilidad a la que nos vemos arrastradas las mujeres de más de 50 años.

 

EL ENVEJECIMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA EVOLUTIVA Y DEL DESARROLLO

Desde una perspectiva evolutiva, el envejecimiento se define como una parte normal del ciclo de vida, que conlleva sus propias características y desafíos. Hoy en día podemos decir que las sociedades modernas en las que vivimos han avanzado tanto tecnológicamente que la esperanza de vida ha aumentado de forma palmaria, lo que significa que cada vez más personas están llegando a la etapa de los 50 y más allá. Como además somos una sociedad que tiene muchísima información disponible, nos surgen muchas y muy diversas preguntas sobre cómo podemos optimizar nuestra calidad de vida a medida que envejecemos.
Vamos a repasar a continuación, algunos aspectos clave del envejecimiento, pero hagámoslo entendiéndolo como un proceso continuo de cambio, no como algo que ocurre de un día para otro.
Venga, al lío:

 

ASPECTOS FÍSICOS DEL ENVEJECIMIENTO

Uno de los aspectos más notables del envejecimiento es el impacto que tiene en nuestro cuerpo físico. A medida que envejecemos, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios que pueden afectar nuestra salud y bienestar en general. Estos cambios pueden variar desde la disminución de la fuerza muscular y la flexibilidad hasta el aumento del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades crónicas. Es importante comprender estos cambios y tomar medidas para mantenernos saludables y activxs a medida que envejecemos.

  • Disminución de la fuerza muscular y la flexibilidad.

    Uno de los cambios físicos más evidentes que experimentamos a medida que envejecemos es la disminución de la fuerza muscular y la flexibilidad. A partir de los 50 años, es común experimentar una pérdida gradual de masa muscular y fuerza, lo que puede afectar nuestra capacidad para realizar actividades cotidianas como levantar objetos pesados, subir escaleras o mantener el equilibrio.
    Además, también es común experimentar una disminución en la flexibilidad, lo que puede hacer que sea más difícil realizar movimientos amplios y estirarse. Esta pérdida de flexibilidad puede aumentar el riesgo de lesiones musculares y articulares, así como afectar nuestra calidad de vida en general.

    Para combatir estos efectos del envejecimiento, es importante incorporar el ejercicio de fuerza y otros ejercicios que aumenten el rango de movimiento ​​de las articulaciones en nuestra rutina diaria. El levantamiento de pesas, el yoga y el pilates son excelentes formas de mantener y mejorar la fuerza muscular y la flexibilidad a medida que envejecemos. Por supuesto, una pequeña dosis de ejercicio específicamente cardiovascular también es recomendable. En las mujeres, estas rutinas son de mayor importancia si cabe a partir de los 50 porque con la menopausia corremos mayor riesgo de sarcopenia (pérdida de masa, fuerza y funcionamiento de los músculos) y pérdida de densidad ósea u osteoporosis. El entrenamiento de fuerza asegura que esta pérdida no solo sea menor, sino que también se revierta, amén de dotar a nuestro sistema inmunológico de provisiones que utilizar si a lo largo del envejecimiento caemos en una enfermedad de cualquier tipo.

    Un metaanálisis reciente (Meta-analysis of the impact of physical activity on bone and muscle health in postmenopausal women. Karla Juanita Montes Mata, Juan Francisco Aguirre Chávez, Leticia Irene Franco Gallegos, Guadalupe Simanga Ivett Robles Hernández Universidad Autónoma de Chihuahua (México)) evaluó el impacto de la actividad física en la salud ósea y muscular en mujeres posmenopáusicas. Los resultados indicaron que la actividad física, especialmente los ejercicios de resistencia y aeróbicos, tiene un efecto positivo significativo en la densidad mineral ósea de la columna lumbar y la cadera femoral. Además, se observó un aumento en la masa muscular y la fuerza en las mujeres que participaron en programas de actividad física regular, en comparación con aquellas que no lo hicieron.

  • Aumento del riesgo de enfermedades crónicas

    Otro aspecto importante del envejecimiento es el aumento del riesgo de desarrollar ciertas enfermedades crónicas. A medida que envejecemos, somos más susceptibles a una variedad de condiciones de salud, incluyendo enfermedades cardiovasculares, diabetes, osteoporosis y artritis. Esto se debe en parte a los cambios en nuestro metabolismo y sistema inmunológico a medida que envejecemos, así como a factores de estilo de vida como la dieta, el sedentarismo o el consumo de sustancias. Además, el envejecimiento también puede afectar la forma en que nuestro cuerpo procesa ciertos medicamentos, lo que puede aumentar el riesgo de efectos secundarios y complicaciones.

    Para reducir el riesgo de desarrollar enfermedades crónicas a medida que envejecemos, es importante adoptar un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada, ejercicio regular, control del estrés y evitar el tabaquismo y el consumo excesivo de alcohol. También es importante realizar chequeos médicos regulares y seguir el consejo de profesionales sanitarios para mantener nuestra salud en buen estado.

  • Cambios en la composición corporal

    A medida que envejecemos, también experimentamos cambios en la composición de nuestro cuerpo. Por ejemplo, es común experimentar un aumento en la grasa corporal y una disminución en la masa muscular magra a medida que envejecemos. Este cambio en la composición corporal puede afectar nuestra salud y bienestar en general, así como nuestra capacidad para mantener un peso saludable y prevenir enfermedades crónicas. Además, también es común experimentar cambios en la distribución de la grasa corporal a medida que envejecemos. Por ejemplo, muchas personas experimentan un aumento en la grasa abdominal a medida que envejecen, lo que puede aumentar el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares, diabetes entre otras.

    Para combatir estos efectos del envejecimiento, insisto en que es importante mantener un estilo de vida saludable que incluya una dieta equilibrada y ejercicio regular. Además, como ya te comentaba antes, el entrenamiento de fuerza y ​​la actividad física pueden ayudar a mantener la masa muscular magra y prevenir la acumulación de grasa abdominal a medida que envejecemos.

 

ASPECTOS PSICOLÓGICOS DEL ENVEJECIMIENTO

Además de los cambios físicos que experimentamos a medida que envejecemos, también enfrentamos una serie de cambios psicológicos que pueden afectar nuestra salud mental y bienestar emocional. A medida que entramos en la etapa de los 50 es importante estar atentxs a estos cambios y tomar medidas para mantener nuestra salud mental y emocional en buen estado.

  • Cambios en la autoimagen y la identidad

    Según vamos envejeciendo, es común experimentar cambios en nuestra autoimagen y sentido de identidad. A menudo, nos encontramos reflexionando sobre nuestras vidas y evaluando nuestras elecciones y logros. Esto puede llevar a una mayor autoconciencia y aceptación de nosotrxs mismxs, pero también puede generar dudas y preocupaciones sobre nuestro lugar en el mundo y nuestro propósito en la vida. Por ejemplo, muchas personas experimentan una crisis de identidad a medida que envejecen, cuestionando quiénes son y qué quieren en la vida. Esto puede llevar a una reevaluación de nuestras metas y prioridades, así como a cambios significativos en nuestra vida profesional, relaciones y estilo de vida. Te recuerdo aquí que es frecuente sentir la emoción tristeza, pero que aunque las emociones son siempre reales y válidas, no siembre hay que actuar acorde a ellas. La máxima para actuar sería valorar las consecuencias que tu conducta tendrá en el largo plazo y apuntar al bienestar.

  • Afrontamiento de pérdidas y cambios

    A medida que envejecemos, también vamos afrontando una serie de pérdidas y cambios que pueden afectar nuestra salud mental y emocional. Por ejemplo, es común experimentar la pérdida de seres queridos, amigos y colegas a medida que envejecemos, lo que puede provocar sentimientos de tristeza, soledad y nostalgia. Además, también podemos experimentar cambios en nuestra independencia y capacidad para realizar actividades que antes nos brindaban placer y satisfacción. Esto puede llevar a sentimientos de frustración, impotencia y ansiedad sobre el futuro.

    Es importante reconocer y aceptar estas pérdidas y cambios como parte natural del proceso de envejecimiento. Se trata de ser inteligentes e ir elaborando de forma abierta e intencional todos estos duelos por los que vamos a ir transitando. Siempre recuerdo aquí que no es necesario ni se espera de nosotrxs que batallemos estas luchas en soledad. Buscar apoyo emocional y participar en actividades que nos brinden alegría y satisfacción en compañía de otras personas puede ayudarnos a afrontar estas transiciones de manera saludable y constructiva.

  • Desarrollo de la sabiduría y la perspectiva

    Y es que no todo en envejecer es malo o inconveniente. A pesar de los desafíos que nos vamos encontrando a medida que envejecemos, también hay muchas oportunidades para el crecimiento personal y el desarrollo de la sabiduría y la perspectiva. A medida que acumulamos experiencias y conocimientos a lo largo de nuestra vida, desarrollamos una mayor comprensión de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Esto puede llevar a una mayor capacidad para tomar decisiones informadas, resolver problemas y manejar situaciones difíciles de manera efectiva. Además, también podemos desarrollar una mayor compasión y empatía hacia los demás, así como una apreciación más profunda por la vida y todas sus complejidades.

  • Afrontamiento del miedo a la muerte y el sentido de la trascendencia

    Uno de los aspectos más desafiantes del envejecimiento es enfrentar el miedo a la muerte y reflexionar sobre el significado y el propósito de nuestra vida. A medida que envejecemos, es natural cuestionar nuestra mortalidad y considerar cómo queremos ser recordados por los demás. Vivir una vida alineada con tus valores te va a brindar ese sentido o propósito que tal vez estés anhelando. La vida no se trata de caminar simplemente. Hay que poner un pie delante de otro, sí, pero en una dirección que sea importante y valiosa para ti.

    A algunas personas, estar desconectadas de sus valores les puede generar ansiedad y temor ante lo desconocido. Esa ansiedad es la señal que te invita a hacer introspección y reflexionar sobre el legado que quieres dejar atrás o cómo queremos vivir nuestros últimos años. La ansiedad o el miedo son emociones que te ayudan a hacer todo eso, no las temas, siéntelas a fondo y actúa haciendo los cambios que creas que tu vida está necesitando.
    En última instancia, plantarse ante el miedo a la muerte y actuar para encontrar un sentido de trascendencia es un proceso intenso y profundamente personal, significativo, que nos permite vivir una vida plena y satisfactoria a medida que envejecemos. No lo rehuyas, involúcrate.

 

ASPECTOS SOCIALES DEL ENVEJECIMIENTO

El envejecimiento no solo afecta nuestro cuerpo y nuestra mente, sino que también tiene importantes implicaciones sociales que pueden influir en nuestra calidad de vida y bienestar emocional. A medida que envejecemos, experimentamos una serie de cambios en nuestras relaciones sociales, nuestra participación en la comunidad y nuestra percepción del mundo que nos rodea.

  • Cambios en las relaciones sociales

    Una de las principales áreas afectadas por el envejecimiento son nuestras relaciones sociales. A medida que envejecemos, es común experimentar cambios en nuestras amistades, relaciones familiares y conexiones comunitarias. Por ejemplo, es posible que perdamos amigos y seres queridos a medida que nos hacemos mayores, lo que puede derivar en sentimientos de soledad y aislamiento.
    Además, también podemos experimentar cambios en la naturaleza y la calidad de nuestras relaciones sociales. Por ejemplo, es posible que nos veamos menos en contacto con amigos y familiares debido a la jubilación, la movilidad reducida o la pérdida de contextos comunes. También podemos experimentar cambios en la dinámica de nuestras relaciones, ya que las responsabilidades y prioridades pueden cambiar a medida que envejecemos.

  • Participación en la comunidad

    Otro aspecto importante del envejecimiento es nuestra participación en la comunidad. En este momento de la vida es común experimentar una disminución en nuestra participación en actividades comunitarias y sociales. Por ejemplo, es posible que nos sintamos menos motivadxs para participar en eventos sociales, voluntariado o actividades recreativas debido a la fatiga, la movilidad reducida o la falta de interés. Sin embargo, también es importante reconocer el valor de la participación en la comunidad para nuestra salud y bienestar emocional a medida que envejecemos. Participar en actividades comunitarias y sociales puede ayudarnos a mantenernos mentalmente activos, mantener conexiones sociales significativas y encontrar un sentido de propósito y pertenencia a la vida.

  • Afrontar el estigma y la discriminación por edad

    Además de los cambios en nuestras relaciones sociales y nuestra participación en la comunidad, también podemos enfrentarnos al estigma y la discriminación a medida que envejecemos. La sociedad a menudo tiene estereotipos negativos sobre las personas mayores, como que son frágiles, dependientes o poco útiles. Esto puede llevar a la discriminación en el lugar de trabajo, en el acceso a la atención médica y en otros ámbitos de la vida pública. Es importante reconocer y abordar abiertamente el estigma y la discriminación asociados con el envejecimiento, y promover activamente una cultura que valore y respete a las personas de todas las edades. Al desafiar los estereotipos negativos sobre el envejecimiento y fomentar una mayor inclusión y participación de las personas mayores en la sociedad, podremos construir una comunidad más fuerte y solidaria para todas las personas, independientemente de su edad.

 

LA MUJER INVISIBLE: CUANDO SIENTES QUE EL MUNDO DEJA DE VERTE A LOS 50

 

¿CÓMO ME ESTOY SINTIENDO YO A MIS 51?

Pues muy rara. Lo que más repito cuando hablo de este tema es que no me siento a gusto bajo mi piel, no me siento yo misma. He estado experimentando numerosos cambios en muy poco tiempo y esto ha hecho que perciba zozobra en mi autoimagen a distintos niveles.

Por ejemplo, en el aspecto físico hay cambios que esperaba e imaginaba que tenía bastante asumidos y con los que estoy contenta. No me importa tener canas (es más, me gusta!) y lo de las arrugas o la pérdida de firmeza en mi piel es algo que llevo con bastante dignidad o al menos eso creo.
Como procuro alimentarme bien y hacer ejercicio, no estoy experimentando cambios extremos en mi fuerza o flexibilidad. De hecho creo que soy más fuerte y flexible que hace 10 años y en ello estoy, metiendo valores en esa hucha del deporte y el buen comer para que físicamente mi envejecimiento sea llevadero y sobre todo funcional. Quiero ser una vieja que hace cosas.

Pero luego está todo el cambio hormonal de la perimenopausia y eso me está pegando realmente fuerte. A nivel emocional estoy descuadrada por las hormonas. Tengo cambios de humor, me paso demasiado tiempo enfadada y sin saber muy bien por qué, no sé lo que es dormir al menos 6 horas seguidas de una tacada, aumenta mi colesterol y tengo una grasa en la tripa que nunca antes había manejado. Pero sobre todo, la emoción que está más presente en mi vida a partir de los 50 es la tristeza. He tenido semanas en las que he llorado todos los días sin excepción, en las que tengo que recordarme mi propósito porque me desconecto fácilmente de algunos valores.

Los cambios en mi cuerpo han tocado también mi autoestima. Aunque los años me han dado seguridad en muchas cosas, no puedo evitar preguntarme si sigo siendo atractiva, si sigo siendo deseable. Y en esos pensamientos, se cuela el miedo: ¿y si con el tiempo dejo de ser vista? ¿Y si mi pareja deja de mirarme como antes? Me duele porque, aunque la vida me ha enseñado que el amor va más allá de la apariencia, también sé que la conexión no se sostiene sola. Y la verdad es que, cuando era niña, imaginaba un amor que durara hasta el final. No un amor perfecto, pero sí uno en el que me sintiera elegida, incluso cuando el tiempo y la piel cambiaran.

Así más o menos me estoy sintiendo cumpliendo hoy 51 años y, aunque tengo alegría y vitalidad, aunque siento satisfacción por muchas y muy diferentes cosas, también es cierto que arrastro esa tristeza incomprensible conmigo a todas partes, rezando al dios de los estrógenos que por favor, cuando esta tormenta hormonal pase, yo pueda a volver a ser la persona optimista y risueña que he sido siempre.

Escucho a muchas personas decir que en esta etapa de la vida “nos redescubrimos” o “nos reinventamos”. Pero la verdad es que yo no me siento en una búsqueda de identidad. Sé perfectamente quién soy, lo que pasa es que la vida no siempre da espacio para que esa identidad florezca. A veces, más que redescubrirnos, nos toca pelear por mantenernos a flote en medio de responsabilidades, expectativas y cambios que no siempre elegimos. No quiero caer en el discurso de que todo es cuestión de actitud. No siempre podemos elegir qué nos pasa, pero sí podemos decidir cómo sostenernos en medio de ello. No tengo respuestas mágicas, pero sí sé que hablar de esto, sin edulcorarlo, nos ayuda a sentirnos menos solas.

Hace un año escribí esto y, aunque sigo teniendo alegría y vitalidad en muchas cosas, he llegado a una conclusión diferente. No, no es solo una cuestión de hormonas. Mirando en retrospectiva, creo que gran parte de este malestar viene de un choque entre mis expectativas y la realidad en la que estoy viviendo. Y eso, más que un desequilibrio químico, es una pérdida que hay que transitar. Se llama duelo. Pero lo difícil de este tipo de duelos es que no siempre llevan a un final feliz, a un renacimiento o a una nueva versión de nosotras mismas. A veces, simplemente, tenemos que resignarnos. Porque no todo se puede cambiar, porque no todo se elige. Y aunque muchas veces se habla de la aceptación como una clave para la paz mental, la verdad es que aceptar no siempre significa estar en paz. Aceptar a veces duele. Aceptar también puede ser una forma de rendirse, de parar de pelear contra lo imposible y quedarse con lo que sí queda.

No es lo que me hubiera gustado decirte, pero es lo que es. Y sé que esto puede sonar poco alentador, sobre todo viniendo de alguien que se dedica a ayudar a otros a sentirse mejor. Pero creo que parte de esa ayuda consiste en dejar de vender la idea de que todo es solucionable, de que siempre hay un camino perfecto para la felicidad. Si estás en un momento de vida en el que también sientes que tu realidad no encaja con lo que esperabas, quiero decirte que no estás sola. Y que aunque no tenga una solución mágica para ofrecerte, sí puedo acompañarte en el proceso de encontrar sentido a lo que te está pasando.

En fin, si no se trata de reinventarnos, ni de florecer, ni de resignarnos, ¿qué nos queda? Tal vez, a día de hoy, aún no tenga una respuesta clara, pero quiero seguir explorando esta pregunta. ¿Te pasa algo parecido?

 

ESTRATEGIAS PARA VIVIR UNA VIDA PLENA A PARTIR DE LOS 50

Y con esto voy terminando ya. A pesar de los desafíos que nos van surgiendo a medida que envejecemos, existen una serie de estrategias que podemos adoptar para vivir una buena vida a partir de los 50. Estas son mis recomendaciones a modo de resumen, porque ya te he ido hablando de todas estas acciones y actividades a lo largo y ancho del post de hoy.

  1. Mantente activx físicamente: El ejercicio regular es clave para mantener la salud física y mental a medida que envejecemos. Esto puede incluir actividades como caminar, nadar, practicar yoga o ir al gimnasio a pegarte más caña si así lo quieres y necesitas.

  2. Fomentar conexiones sociales: La conexión con otros es fundamental para nuestra salud y bienestar a medida que envejecemos. Buscar oportunidades para interactuar con amigos, familiares y miembros de la comunidad puede ayudarnos a mantener un sentido de conexión y pertenencia. Ojo con este punto porque parece que cumplir años correlaciona positivamente con tener redes sociales de apoyo menos densas (recordemos aquí, como siempre que correlación no implica causalidad).

  3. Seguir aprendiendo y creciendo: El aprendizaje continuo es un valor importantísimo que puede ayudarnos a mantenernos mentalmente activxs y comprometidxs a medida que envejecemos. Esto puede incluir volver a recibir clases, aprender nuevas habilidades o participar en actividades intelectualmente estimulantes.

  4. Buscar significado y propósito: A medida que envejecemos, es importante buscar actividades y pasatiempos que nos brinden un sentido de significado y propósito en la vida. Hacer una revisión de nuestros valores y chequear si estamos alineadxs con ellos mediante acciones comprometidas es fundamental. Aquí todo vale, tus valores son únicos. Cualquier actividad que te permita contribuir en algo mayor que tú mismx y marcar una diferencia en el mundo que nos rodea tendrá un efecto beneficioso sobre tu salud mental. Garantizado!

 

¿QUIERES UNA ACTIVIDAD QUE TE AYUDE A DESPERTAR TU BIENESTAR INTERIOR Y A PREVENIR TU SALUD MENTAL? APÚNTATE A «VAS A ESTAR BIEN», UN CURSO ONLINE DE GESTIÓN EMOCIONAL CON CERO CHORRADAS Y 100% CIENCIA QUE TE AYUDARÁ A COMPRENDER MEJOR TUS EMOCIONES Y MANEJAR EL MALESTAR SIN EVITARLO NI REPRIMIRLO.

 
 
VAS A ESTAR BIEN VERSIÓN LIBRE acceso inmediato
150,00 €
Por única vez

Un curso de gestión emocional con cero chorradas y 100% ciencia para comprender y acompañar mejor tus emociones y las de las personas que más quieres.


✓ 32 Videos con pizarra y animaciones
✓ PDF descargables + Hojas de trabajo y ejercicios
✓ Audioguías
✓ Acceso ilimitado de por vida
✓ Actualizaciones siempre disponibles
 
Anterior
Anterior

TWITTER, THREADS Y EL EFECTO DUNNING KRUGER

Siguiente
Siguiente

NO PUEDO SENTIR NI EXPRESAR MIS EMOCIONES ¿QUÉ ME ESTÁ PASANDO?