CÓMO AFRONTAR LA PÉRDIDA DE TU MASCOTA

Empecé a escribir este post el 21 de octubre de 2021, como si me estuviera preparando para algo que a ciencia cierta sabía que iba a doler. Ciro nos faltó el pasado 30 de noviembre, dos años después de aquel primer intento por mi parte de prepararme para su pérdida, supongo que guiada por el deseo de controlar el sufrimiento que la muerte de un ser tan querido me iba a deparar. Aunque mi mente racional me decía que aquello era una buena idea y que surtiría efecto, nada más lejos de la realidad. Es muy humano esto de querer anticiparse para que duela menos, pero no tiene mucho sentido porque ese dolor hay que honrarlo sintiéndolo ya que es el testigo de que ahí, en esa pequeña relación entre animal y humana, había un enorme e inconmensurable amor. El dolor es el testigo. Solo nos duele aquello que es valioso, así que respetar y venerar el dolor es la puerta de entrada a un duelo que tiene que ser atravesado sí o sí.
En este post quiero contarte cosas sobre Ciro, sobre cómo fue y le puedo recordar, pero también quiero darte algunos consejos muy concretos y prácticos para que, si estás viviendo un duelo por la pérdida de tu mascota, puedas reconfortarte y realizar este tránsito mucho mejor.

Ciro llegó a nuestra vida de forma casual, como si nos estuviera buscando. Al llegar le abrimos de par en par la puerta de la casa por su afabilidad e insistencia, características muy suyas las dos. Por aquel entonces yo no vivía en esta casa desde la que ahora escribo. Ni siquiera vivía en Granada, por lo que le conocí en una de mis visitas previas a la mudanza. Martín lo metió en su transportín, fue a buscarme a la estación de autobuses y los tres juntos emprendimos rumbo a la playa donde pasamos un fin de semana maravilloso.
Llevé el transportín en mi regazo durante todo el viaje y así, sin más, ya empezamos a hacer muy buenas migas. Recuerdo que tras llegar a la casa preparamos la comida y después de comer nos echamos la siesta en el sofá. Ciro no lo dudó y se vino conmigo del tirón. Estaba tan suave y calentito que eso le hizo recibir su primer mote familiar: Polar (por la marca de ropa térmica “polar termolactil”. Sí, soy más antigua que el hilo negro, lo sé). Cuando me fui de vuelta a mi casa, comenzó el ritual de echar de menos a mi novio, pero a esa añoranza se sumó la tierna presencia de Ciro. Estábamos a punto de ser una familia que permanecería unida casi 16 años y no éramos conscientes.

Ciro era un animal con una enfermedad crónica y potencialmente letal. Se la detectamos allá por 2015/16 y desde entonces yo empecé a vivir con esa espada de Damocles sobre la cabeza. Por aquella época en mi mundo acontecieron todo tipo de pérdidas y me obsesioné con la idea de que mi querido Ciro también me podría faltar en cualquier momento. Nada es para siempre. Temporalmente me olvidé de vivir mi presente con él y me instalé en un futuro inexistente que me generaba mucho dolor y ansiedad. Creo que fue otro intento de prepararme para algo que aún no había sucedido, al igual que cuando me senté por primera vez a escribir este post.
De nuevo, entiendo que eso que hice es muy humano, pero reconozco que también es bastante inútil. Y no solo porque sin querer aumentas el dolor y el sufrimiento, sino porque haciéndolo, viviendo en el futuro, te desconectas del presente, de lo que sí está pasando aquí y ahora. Me di cuenta de que mi gato estaba enfermo, pero estaba bien. Comía, jugaba, corría y su personalidad estaba intacta. Después de un millón de tratamientos de todo tipo, al final vimos que lo mejor era mantener una combinación de fármacos mensual, un tobogan de 30 días que lo mantuvo a flote y en muy buen estado durante sus últimos 5 años de vida. Todo gracias (hay que mencionarlo también) a nuestra increíble veterinaria Mage, que se implicó con nosotros hasta las trancas en darle a nuestro pequeño calidad de vida y bienestar hasta el final.

 

PERO ANTES DE SEGUIR, DÉJAME QUE TE CUENTE QUÉ ES UN DUELO

Duelo significa dolor, dolerse. Es una expresión emocional que surge de forma natural cuando perdemos algo: a un ser querido que fallece, una relación de pareja, el trabajo, la juventud o la salud o se te muere una planta . La naturaleza e intensidad del duelo dependen de lo valiosa que era esa cosa para ti. Eso explica que los duelos que algunas personas atraviesan sean más rápidos y los de otras más lentos y traumáticos. O que a ti misma, a ti mismo, te haya costado menos superar la pérdida de una determinada pareja y sin embargo la de otra te haya dejado hundida, devastado. Todo depende del valor que tenía esa relación, ese trabajo o ese ser vivo para ti, independientemente de si es humano o no.
Quería dedicarle unos minutos a esta cuestión, porque cuando se nos muere una mascota solemos oír comentarios de otras personas que, intentando apoyarnos, lo único que consiguen es que nos sintamos peor y muy incomprendidas. Frases como «Era solo un gato» o «No entiendo cómo te pones así por un animal» son terribles y muy crueles. Sinceramente creo que vienen del desconocimiento de lo que es un duelo, aún así no estaría de más fomentar la empatía para echarle una mano a esa persona que está sufriendo por la pérdida de un compañero de vida. Simples frases como: «No puedo entender cómo lo estás pasando, pero veo que es muy duro para ti», marcan la diferencia. No hay que entenderlo todo, solo respetar y acompañar.

Si tu mascota ha fallecido recientemente, tu duelo importa, debes vivirlo abiertamente y no dejes que nadie empequeñezca tus sentimientos o la devoción que sentiste por otro ser vivo. Tenía un gran valor para ti y es bueno empezar a honrarlo con orgullo y cuanto antes para suavizar la entrada en el duelo y atravesarlo lo mejor posible.
De eso quiero hablarte ahora, de las teóricas fases del duelo y de cómo transitarlas con apertura y aceptación.

 

LAS 5 FASES CLÁSICAS DEL DUELO

El proceso de duelo clásico, también conocido como el modelo de Kübler-Ross, propuesto por la psiquiatra Elisabeth Kübler-Ross en 1969, ha sido una de las teorías más influyentes en la comprensión de cómo las personas lidian con la pérdida. Aunque inicialmente se aplicó principalmente a la pérdida de un ser querido, posteriormente se ha utilizado para entender la respuesta emocional ante cualquier tipo de pérdida significativa. Las cinco fases del duelo según este modelo son:

  1. Negación: En esta fase, la persona se muestra incapaz o reacia a aceptar la realidad de la pérdida. Puede manifestarse como incredulidad, shock o un sentimiento de irrealidad. La negación actúa como un mecanismo de defensa inicial para amortiguar el impacto emocional abrumador. En mi caso, recuerdo que el primer día no dejaba de decir «No puedo creerlo» como si fuera un mantra. Me pasó durante unos días al tener que lidiar con la primera piedra del duelo: la ausencia.

  2. Ira: Conforme la realidad de la pérdida comienza a asentarse, es común que las personas experimenten ira. Pueden dirigir su enfado hacia sí mismos, hacia otros o hacia la situación misma. Esta fase puede manifestarse como resentimiento, rabia o frustración. Ya sabéis que la ira surge de manera natural cuando hay (o percibimos que hay) una injusticia, por lo que enfadarse con la situación por la muerte de un ser querido es la cosa más normal del mundo

  3. Negociación: En este punto, la persona intenta hacer frente a la pérdida buscando formas de revertir o mitigar su impacto. Pueden surgir pensamientos como "si tan solo hubiera hecho algo diferente" o "si tan solo pudiera tener más tiempo". La negociación es un intento de recuperar un sentido de control sobre la situación. Es inevitable, nuestra mente intenta darle coherencia a todo.

  4. Depresión: Durante esta fase, la realidad de la pérdida se vuelve más clara y la persona experimenta una profunda sensación de tristeza. Pueden sentirse abrumados por la tristeza, la soledad y la desesperanza. La depresión en el duelo no necesariamente se refiere a un trastorno clínico, sino más bien a un estado emocional natural en respuesta a la pérdida.

  5. Aceptación: En última instancia, la persona llega a aceptar la realidad de la pérdida y comienza a adaptarse a ella. Esto no significa que olviden o dejen de extrañar a lo que han perdido, sino que han integrado la pérdida en sus vidas y han encontrado formas de seguir adelante. Recordamos, pero lo hacemos ya sin dolor o aflicción alguna.

A pesar de que este modelo es simple y explica muy bien lo que nos ocurre cuando experimentamos una pérdida, no lo hace atendiendo a la realidad y diversidad de los duelos. Lo primero porque el duelo no es lineal, no es un dolor intenso que poco a poco y con el tiempo se va mitigando, sino que es algo flexible y cambiante. Esto no es algo que Kübler-Ross no supiera en realidad ya que su modelo nos dice que las fases no son necesariamente lineales ni universales, que las personas (y yo añado que también otros aninales) pueden experimentarlas de manera distinta, en un orden diferente e incluso pueden experimentar varias fases simultáneamente. Aclara además, que no todas las personas pasan por todas las fases, y algunas pueden experimentar fases adicionales no incluidas en este modelo, y así es.

La realidad es que cada persona tiene una vivencia muy diferente del duelo en función de su historia y su contexto. Tendemos a pensar que los momentos en los que experimentamos esa emoción tan abrumadora de profundo pesar, tristeza y dolor van a ser eternos, pero la realidad es que si no nos resistimos demasiado, nos daremos cuenta de que esa tristeza nos está ayudando a avanzar.

 

EL DUELO POR TU MASCOTA: COSAS QUE PUEDEN AYUDARTE

Si ahora mismo estás viviendo esa pérdida, desde aquí, te abrazo. Quiero que sepas que te comprendo muy bien porque he pasado por este proceso muchas veces. Siempre he convivido con animales y ya he sobrevivido a muchas de mis mascotas. Todas ellas me han dolido mucho pero ninguna me ha llevado tanto sufrimiento y tiempo como la de Ciro. Es un duelo en el que todavía estoy metida a día de hoy. También he sentido la incomprensión de otras personas por mi tristeza, pero tengo que decirte que he dejado de ocultarla como si fuera algo inconveniente o inapropiado, sino que la exhibo con orgullo y la honro por todo lo que ese ser vivo me aportó y significamos el uno para la otra.

Cuando se experimenta el duelo por la pérdida de una mascota, es importante reconocer y validar los profundos vínculos emocionales que se han desarrollado con el animal. El dolor es dolor y aquí no caben comparaciones con el dolor que sentimos si la pérdida es humana, así que es fundamental permitirse sentir y expresar esas emociones (que son del todo legítimas) de manera saludable y abierta.
Estas son las cosas que a mi me han o me están ayudando a incorporar esta pérdida. Algunas tienen relación con mi campo profesional y las terapias de tercera generación, pero otras han ido surgiendo también de mi experiencia en la vida.

  1. Planifica lo poco que se pueda planificar: Si el fallecimiento está próximo o incluso vas a programar una eutanasia para tu mascota, habla con tu veterinario/a de confianza y deja que te explique qué opciones tienes. Ahora es más dificil que antes enterrar a tu mascota en el jardín de casa (si tienes esa opción), pero hay otras formas de tratar su cuerpo como por ejemplo la cremación. Puedes quedarte con sus cenizas si así lo deseas. Piensa cómo vas a hacerlo y qué opción te ayudaría más y mejor a vivir los primeros compases de la pérdida. Los rituales tienen su importancia, por eso es bueno pensar en qué quieres hacer tú para honrar el vínculo con tu mascota.


  2. Busca el apoyo de otras personas: No todo el mundo va a entender este dolor que estás atravesando, por lo que a veces los amigos y los familiares pueden decepcionarnos o incluso hacer que sintamos un dolor adicional mayor por la incomprensión. Existen otras personas como tú que entienden la relación que tienes con los animales y que pueden apoyarte en tu experiencia de duelo, no dudes recurrir a estos apoyos si así lo necesitas. Como conozco a tanta gente en el ámbito virtual, cuando por fin hablé en público de la muerte de Ciro, me llovieron un millón de mensajes bonitos de apoyo y comprensión de personas que habían vivido lo mismo y que comprendían el dolor. Algunas me dieron apoyo y otras además me hablaron de sus experiencias, eso me ayudó a no sentirme sola y a tomar conciencia de que si necesitaba un desahogo, había gente con la que podía contar. Si tú no tienes a nadie, puedes contactarme. Cuenta conmigo.


  3. Practicar la aceptación: Una vez que nuestro/a amigo/a del alma ya no está, en lugar de intentar suprimir o evitar el dolor, es útil practicar la aceptación de las emociones que surgen. Aceptación puede ser una palabra muy vaga y difusa así que lo primero, intenta reconocer y ponerle nombre a lo que estás sintiendo. Permite que el dolor esté presente sin juzgarlo, solo sintiéndolo, describiendo cómo es físicamente. Esto te ayudará a ampliar tu tolerancia al dolor emocional y también a procesar la pérdida de manera más efectiva. Negarse a sentir no es la solución, por eso si alguien te increpa por sentirte triste por la muerte de tu mascota y te insta a superarlo ya porque “solo era un animal”, tienes derecho a mandar a freir espárragos a esa persona y llorarle en la cara si hace falta. Muchas personas se sienten incómodas con las emociones de los demás porque no saben cómo gestionar las suyas propias. Ese no es tu problema, no dejes de dolerte para no causar incomodidad a otrxs.


  4. Conectar con los valores: Reflexionar sobre los valores que la relación con la mascota representaba puede ser reconfortante. ¿Qué hacíais juntxs y cómo lo hacíais?, en la respuesta a esta simple pregunta seguramente se encierran muchas cosas de gran valor para ti. Puede que la conexión, el amor, la compasión, la lealtad y la alegría estén ahí presentes y tienes que darte cuenta de que puedes seguir viviendo todas esas cosas con otras actividades y en otros contextos. No se trata de sustituir a tu mascota, sino de encontrar el significado en la experiencia de haber convivido con tu mascota y reconectar con esas cosas aunque él o ella ya no esté presente.


  5. El bendito mindfulness: La atención plena puede ser una herramienta poderosa para gestionar el dolor y el estrés asociados con el duelo. Practicar la atención plena puede ayudar a estar presente en el momento actual y a cultivar una mayor comprensión y aceptación de las emociones que surgen. No es la panacea, sólo una técnica que te va a ayudar a sentir mejor lo que sientes y a exponerte a ello para poder empezar a tolerarlo y procesarlo mejor.


  6. Desarrollar la flexibilidad cognitiva y flexibilidad psicológica: En los primeros compases del duelo los pensamientos pueden jugarnos una mala pasada. Le damos vueltas a los últimos días, a las decisiones tomadas, y todo nos parece una mejor alternativa a lo que hemos hecho y cómo lo hemos hecho. Es normal, la mente lucha por darle sentido y coherencia a lo que está ocurriendo, pero muchas veces se equivoca y nos coloca ante emociones muy intensas y abrumadoras que ella misma es capaz de crear de la nada. La flexibilidad psicológica es una habilidad central en la Terapia de Aceptación y Compromiso (ACT), que aumenta tu capacidad de adaptarte y responder de manera efectiva a las experiencias difíciles de la vida. Esto puede implicar permitir que las emociones (los pensamientos son un componente de las emociones) fluctúen sin tratar de controlarlas. Esta habilidad de ser flexibles versus la rigidez de las normas de la mente, nos ayuda muchísimo a adaptarnos a la nueva situación y comprometernos con acciones significativas que estén alineadas con nuestros valores personales.


  7. Finalmente y de nuevo, es importante honrar el legado de la mascota: En lugar de centrarse únicamente en la pérdida, considera honrar el legado de la mascota. Esto podría incluir muchos rituales más allá de la cremación o el entierro. Se trata de celebrar la vida y la coexistencia que habéis tenido en este mundo creando un álbum de fotos, plantando un árbol en su memoria o donando a una organización benéfica en su nombre o realizando acciones por la comunidad en relación a las mascotas. Estas acciones pueden ayudar a mantener viva la conexión emocional con tu compañero/a y facilitar el proceso de duelo. No obstante, te diría que no te precipitaras con estas cosas. En mi caso primero fue necesario todo un trabajo de permiso y aceptación del dolor, antes de sentirme fuerte para rebuscar entre sus fotos, alimentar y cuidar de otros gatos de la calle o cualquier otra acción relacionada con Ciro y su memoria.

 

Tu proceso, como el mío, es único y personal. Recuerda que el tiempo necesario para sanar varía de una persona a otra, y está bien permitirse sentir y procesar las emociones a su propio ritmo.

 
 
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REFERENCIAS

  • Kübler-Ross, E. (1969). "Sobre la muerte y el morir". Luciérnaga.

  • Harris, R. (2009). "La trampa de la Felicidad". Planeta.

  • Stroebe, M., Schut, H., & Boerner, K. (2017). "Causes of Grief: Evolutionary Perspectives on Loss-Related Psychopathology". En M. Stroebe, R. O. Hansson, H. Schut, & W. Stroebe (Eds.), "Handbook of Bereavement Research and Practice: Advances in Theory and Intervention" (pp. 57-78). APA.

  • Luoma, J. B., Hayes, S. C., & Walser, R. D. (2007). "Learning ACT: An Acceptance and Commitment Therapy Skills Training Manual for Therapists". New Harbinger Publications.

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