Los estilos de apego y cómo promover un estilo de apego seguro en nuestros hijos
Ya sabemos que Bowlby y Ainsworth sugirieron que las experiencias que tenemos con nuestros cuidadores principales, desde el nacimiento son susceptibles de configurar nuestros estilos de apego Según este psicólogo, comenzamos a formar nuestros estilos de apego al nacer, y estos modelo forman la base de todas las relaciones futuras. ⠀
Un conocido estudio de Hazan y Shaver, realizado en 1987, se han identificado varios estilos de a en adultos. Los cuatro principales son:
SEGURO: Los adultos con apego seguro tienden a ser confiados y con buena autoestima. Demuestran un gran respeto por ellos mismos, sus parejas y sus relaciones, y son capaces de equilibrar la necesidad de intimidad e independencia en una relación.⠀
ANSIOSO: Son excesivamente dependientes de sus parejas y buscan altos niveles de intimidad, aprobación y validación de sus amistades. Pueden tornarse demasiado dependientes. Tienden a ser menos confiados, tienen puntos de vista menos positivos sobre sí mismos y los demás, y pueden mostrar altos niveles de expresividad emocional, preocupación e impulsividad en sus relaciones.
EVITATIVO: Este estilo de adultos desean un alto nivel de independencia y parecen evitar el apego por completo. Se ven a sí mismos como autosuficientes, invulnerables a los sentimientos de apego y no necesitan relaciones cercanas. Tienden a reprimir sus sentimientos, a lidiar con el rechazo de los demás y a distanciarse emocionalmente.
DESORGANIZADO: Los adultos con apego desorganizado tienen sentimientos encontrados acerca de las relaciones cercanas, que desean por un lado pero con las que a la vez se sienten incómodos . Tienden a desconfiar de los demás y se ven a sí mismos como indignos de recibir afecto. Al igual que los adultos de estilo evitativo, los adultos con apego desorganizado tienden a buscar menos intimidad, suprimiendo sus sentimientos.⠀
En este mismo estudio, se encontró que aproximadamente el 60% de los adultos se clasificaron a sí mismos con un estilo de apego seguro, mientras que el 40% se identificaron a sí mismos con un estilo de apego inseguro.
objetivo: apego seguro
Moldeando seres humanos capaces de entrar en contacto con sus emociones para identificarlas y expresarlas con propiedad desde la infancia, nos aseguramos un mundo de adultos más funcionales, equilibrados, activos y capaces de ser felices aunque en su vida pasen por momentos en los que no se sientan bien.
No soy madre ni me especialicé en evolutiva o infantil. Sin embargo, cuando decidí estudiar psicología lo hice teniendo precisamente a lxs niñxs en cuenta. Mucho más que a los propios adultos.
Siempre he sido una acérrima defensora de la educación emocional en los colegios y centros de educación infantil, porque estoy segura de que moldeando seres humanos capaces de entrar en contacto con sus emociones para identificarlas y expresarlas con propiedad desde la infancia, nos aseguramos un mundo de adultos más funcionales, equilibrados, activos y capaces de ser felices aunque en su vida pasen por momentos en los que no se sientan bien.
Un apego seguro se asocia a vínculos parentales cálidos, a cohesión y a expresividad familiar, que a su vez sirven como antecedentes de una alta Inteligencia Emocional. La disponibilidad de los padres tanto en momentos de emoción positiva, como cuando el niño sufre alguna tensión o problema, asegurará que crezca buscando afiliación y apoyo de los demás, sin preocuparse de ser abandonado ni sentirse molesto con la proximidad y la intimidad hacia otras personas.
Al igual que vosotros sé muy bien que el vínculo que creamos con nuestros padres es fundamental para definir qué tipo de personas seremos en el futuro. Por eso os quiero hablar de lo que, como adultos, podemos hacer por nuestros niños creando en ellos un estilo de apego seguro.
Estas son las cosas que como padres o cuidadores podemos hacer en el día a día para generar un apego seguro en los niños:
① Hacerles sentir seguros y protegidos atendiendo a sus necesidades y cubriéndolas.
② Enseñarles a elaborar verbalmente sus emociones.
③ Explicarles las cosas que no entienden.
④ Observarles cuando llaman nuestra atención para que veamos lo que hacen.
⑤ Fomentar pronto en ellos la autonomía y la responsabilidad.
⑥ Establecerles unos límites de forma razonada, no autoritaria.
⑦ Respetar y permitir la expresión de sus emociones.
⑧ Mostrarnos accesibles y disponibles.
⑨ Ser predecibles y coherentes. O lo que es lo mismo: ofrecer estabilidad.
⑩ Depositar nuestra confianza en ellos y hacerles saber que les queremos incondicionalmente por quienes son.
No es una tarea fácil, desde luego, pero es nuestra responsabilidad ya no solo como padres sino como sociedad, preocuparnos en formar seres humanos que sean capaces en el futuro de ser empáticos y solidarios con sus iguales, que sepan expresar todo su repertorio emocional desde el respeto a sí mismos y a los demás y que puedan gozar de una vida plena y orientada a sus valores sin necesidad de sentirse infelices o fracasados aún cuando las cosas vayan mal.
