¿Podemos hacer desaparecer los pensamientos?

Nuestras propias creencias nos dicen que deberíamos ser capaces de controlar lo que pensamos (o sentimos) en todo momento. Por eso, cuando un pensamiento desagradable surge de forma automática e inesperada lo pasamos mal y ponemos toda nuestra lucha mental en tratar de controlarlos para así eliminarlos.⁠ No, no podemos hacer desaparecer los pensamientos pero... ¿es realmente un problema que esto sea así?.⁠

Muchas personas llegan a mi consulta inmersas en una lucha agotadora consigo mismas, con sus pensamientos ansiosos, autocríticos o de preocupación. “Overthinker” es el término anglosajón que se suele utilizar para describir a las personas con este patrón de afrontamiento. En español sería algo así como “sobrepensadoras”, personas que tratan de aliviar la angustia y el malestar que algunas situaciones les provovan enganchándose en un tren de pensamientos que nunca cesa, se hace cada vez más grande y termina por extenuarlas.
Cuando nos aferamos a ese pensar incesante corremos el inmenso riesgo de comenzar a vivir más en nuestra mente que en nuestras vidas y ese es el verdadero problema.

 

Algunas causas por las que las personas caemos en la rumia mental

EL PASADO

A veces intentamos cerrar algo del pasado y reescribir un evento que para nosotrxs fue doloroso, negativo o del que no estamos muy orgullosxs. Dándole vueltas en la cabeza tratamos de afrontar el malestar, aunque a la larga está vía pueda tener consecuencias bastante negativas. La culpa o la vergüenza son emociones que suelen estar presentes en este tipo de rumiaciones.

EL FUTURO

En otras ocasiones dudamos de nuestras capacidades para desenvolvernos bien en un evento futuro. Nuestra cultura además, nos ha enseñado que preocuparnos por algo es señal de que nos importa, que nos involucramos con ello, por lo que aquí la rumia también puede presentarse como manera de afrontar la situación. El miedo y la ansiedad anticipatoria son las emociones predominantes en esta forma de “sobrepensamiento”.

GASLIGHTING

El gaslighting es un patrón de abuso emocional en el que la víctima es manipulada para que llegue a dudar de su propia percepción, juicio o memoria. Esto hace que la persona, finalmente, se sienta ansiosa, confundida o incluso depresiva. Cuando te hacen gaslighting con frases como “eso no es así como tú lo ves/sientes”, “estás exagerando”, “eres muy intenso/dramática”, etc. puedes llegar a dudar de la validez de tus propias experiencias. Esto hace que te enganches en circulos viciosos de pensamiento de los cuales muy difícil salir.
Las personas más vulnerables a este tipo de manipulación emocional son aquellas que tienen un apego inseguro, ansioso o desorganizado (lee más sobre apego y dependencia emocional), o están en un momento de su vida de baja autoestima.

TRASTORNO DE EVITACIÓN EXPERIENCIAL

Es un trastorno muy frecuente en los tiempos que vivimos hoy en día. Se trata de no asumir que a veces es normal sentirse mal como algo natural y derivado del mero hecho de estar vivxs, de modo que los sentimientos y las sensaciones que disgustan terminan por ser algo en lo que nos empleamos a fondo para anular lo antes posible.
Es legítimo no querer sufrir o evitar el sufrimiento y de hecho esto es algo que todxs hacemos en mayor o menor medida, pero a veces el costo por evitar sentirse mal es demasiado elevado. Sobrepensar las cosas nos lleva a vivir más tiempo dentro de nuestra mente que en nuestra propia vida y sin querer, comenzamos a convertirla en algo muy limitado.
Por desgracia, alguna vez que otra nos hemos enganchado con la rumia mental para evitar sentirnos mal ante un evento externo o interno. Desarrollamos una baja tolerancia al malestar que nos motiva a la evitación, lugar del que manan muchos de los problemas psicológicos que como sociedad estamos padeciendo, de marera casi crónica, especialmente en el mundo desarrollado.

 

¿Qué puedes hacer para aliviar la rumia mental?

Existen multitud de técnicas para lidiar con la rumia mental y en terapia, lxs profesionalxs ponemos a tu disposición una amplia batería de ellas en función de tus rasgos e historia de aprendizaje particular, pero ahí van algunas de las más sencillas para que si lo deseas, puedas empezar a ponerlas en práctica y aliviar el cansancio y desconexión que produce la rumia mental:

  1. Escribe las cosas que te preocupan en una libreta o diario.

  2. Definir unos 20 o 30 minutos al día para preocuparte de tus cosas. Procura no hacerlo el resto del día y, cuando llegue la preocupación reconócela y posponla hasta el momento que te hayas asignado para preocuparte.

  3. Utiliza técnicas de relajación o meditación que te ayuden a cambiar el foco de atención de tus rumiaciones a tu cuerpo.

  4. Aplica técnicas funcionales de resolución de problemas sobre tus preocupaciones. Haz más y piensa menos, especialmente sobre las cosas que no tienen solución o cuya solución no depende de ti.

  5. Con tu psicóloga/o, aplica técnicas de de-fusión cognitiva para aprender a separarte de tus pensamientos sin intentar cambiarlos, modificarlos o eliminarlos.

 

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